Una película de José Luis Guerín es cualquier cosa menos fácil. Eso es lo primero que tiene que tener claro un espectador que decida enfrentarse por vez primera a una experiencia en un cine con este controvertido director. Aquellos que ya lo conozcan y que hayan disfrutado con películas como En construcción o Tren de sombras, marcarán la fecha de estreno en rojo en el calendario. Aquellos que lo conozcan y que hayan sufrido con sus películas me temo que ni necesitan ni quieren leer más.
El peligro lo veo en aquellos otros que no gusten de saber demasiado con carácter previo de las películas o que les parezca que hablar de una película sin haberla visto es tan fútil como pretender negar que tal ejercicio es el que se produce en nuestra cabeza cuando nos plantamos religiosamente frente a la taquilla y escudriñamos los carteles.
Porque el que así vaya, a pelo, reconocerá el rostro de Pilar López de Ayala y la recordará en películas como Juana la loca, Obaba, Alatriste y se llevará una alegría a la que sumará el rostro apetecible de Xavier Lafitte (sobre todo si es mujer la que observa), al que se le ha podido ver en Gabrielle, de Patrice Chereau.
Seguro que para una pareja, sobre todo cuando le toque elegir a ella, esta película podrá ser una buena ocasión de ver algo romántico, pero mucho me temo que o son de los que no tienen problemas en aprovechar la tímida luz del proyector para darse el lote, o se montará un tremendo lío de pareja.
Esta película, como el cine de Guerín en general, es para analizarla, para desmenuzarla tras un primer visionado en el que hay que procurar tener la mente tan en blanco como sea posible. Un ejercicio de minimalismo cinematográfico como este debe ser preparado de antemano, como una ópera, sabiendo lo que uno se va a encontrar, y, pese a ello, costará y mucho.
Esta película será recordada como la primera vez para los que gusten mucho del cine, y para los que en el cine vean ese gran instrumento de ocio y entretenimiento que es, por favor, revisad el resto de la cartelera. Esta película pretende ser una oda al amor, y no provocar rupturas de pareja.
La película ha sido la única representante española en el Festival de Cine de Venecia 2007, y su acogida no fue muy buena.