Estamos ante el clásico título que habrá quien intente encumbrarblo a obra de culto, habrá quienes intenten denostarlo, habrá a quien se le hinche el pecho por quedarse en medio de semejantes posturas, y todos estos esfuerzos me parecen vacuos. No me parece que Mr. Nobody tenga la entidad suficiente como para ser obra una de culto, aunque no le quito todos los méritos que tiene, que son muchos.
El primero de ellos tiene que ver con la desbordante imaginación y exhibición de medios por parte de Jacob Van Dormael, que creo ha justificado convenientemente los más de 30 millones de euros invertidos en la película.
El segundo de ellos tiene que ver con la cantidad de cine de la que bebe la película con continuas referencias a otras muchísimas películas. Es evidente el paralelismo con Olvídate de mí, pero también recuerda a La fuente de la vida, a Amelie, al cine de Won Kar Wai, y a otras muchas películas. ¿Simple plagio? No, no me lo parece.
El tercero de ellos es un ritmo que no agota, que te atrapa, a pesar de los pesares y de todas las complejidades de una trama no tan novedosa para los tiempos que corren.
Un Jared Leto que lo da todo interpretando a tantísimos personajes, cada uno con sus matices, y correctas Sarah Polley y Diane Kruger.
Una película con un altísimo nivel técnico y con algún que otro hallazgo visual de interés, que remite tanto a otras películas que impide calificarla de obra de culto, no le ha quedado demasiado hueco para haber sondado su propio camino.