A Winterbottom se le amaneció el día bastante confuso para acabar escribiendo, planeando o pergeñando lo que luego ha parido con el nombre de Nine Songs (película que veo con bastante retraso respecto a su fecha de estreno; pero más vale tarde que nunca).
Una pareja disfruta durante la noche con su asistencia como público a 9 conciertos (de los cuales el dire nos muestra las nueve canciones, una por cada, que dan título al invento) y se pasan el resto de sus horas vitales follando. Y las no vitales, porque viendo la dedicación, adicción y desmesura, uno pensaría que hasta dormidos siguen jugando al escondite.
El caso es que durante el 95% del metraje, Winterbottom se entretiene filmando escenas muy explícitas de cunnilingus (más), mamadas (menos; es lo que tienen estos tiempos feministas), polvos y corridas sin cortes y bien enfocadas. Todo aderezado, en ocasiones (cuando el calentón viene después de volver del concierto) con la música de los nueve grupos en cuestión -música que no me gusta en absoluto pero que, oye, es cuestión de gustos-, y en otras ocasiones, con una repetitiva cantinela de piano que parece querer aportar un tono romántico, de 'oooh, cuánto se quieren', mientras les ves ir a por el cuarto de la noche.
Y así avanzan los minutos, sin mucho que llevarte a la cabeza (todo se queda en los ojos), hasta que al final, Winterbottom se da cuenta, coño, me quedan 5 minutos, y cierra la historia con esa despedida, esa reacción a contrarreloj del bueno de Michael, que se da cuenta que pretendía hacer una peli con algo de chicha, no un porno bien rodado. Y claro, es tarde; en cinco minutos me descojono yo de su despedida y de la cancioncita ruidosa con la que cierra la película.
Que quede bien claro que le concedo esa segunda estrellita porque técnicamente la película es impecable, la cámara en mano es un recurso acertado para lo que vemos (hablo también de los conciertos, eh) y por algún momento suelto: Amanece, despiertan, breve y perezoso primer contacto sexual con la mañana, orgasmo y (aquí viene el oasis dento de tanto sexo cansino) Winterbottom se entretiene en filmar a la pareja de nuevo rendida al sueño, la luz les ataca desde la ventana pero sus intentos son en vano. Una guitarra arranca unos acordes, sabemos que viene otro concierto; pero Winterbottom, por una vez, se lo toma con calma y nos muestra ese cuadro precioso, luminoso, sincero. Luego, ya sí, cuando la canción se empieza a volver más ruidosa, qué pena, pasamos al directo. Volvemos a la realidad de una película muy pero que muy equivocada.