El fenómeno Resident Evil pertenece a ese grupo de fenómenos multimedia que, pese a nacer dentro del mundo de los videjuegos, extiende sus productos a juegos de cartas, juegos de rol, comics, bandas sonoras e incluso películas.
El principal problema de las películas nacidas del "fenómeno multimedia" es que no se tratan de productos que existen por si mismos, sino que forman parte de una campaña que va de la mano junto con el resto de productos. Así, en éste caso estamos ante una película que se publicita como "la más fiel al comic Resident Evil". Esto, para la mayoría de profanos del fenómeno nos da exactamente igual. Está claro que es una saga que funciona perfectamente entre los fanáticos, pero los que no lo somos necesitamos algo más.
Analicemos lo que la saga ofrece al espectador profano: Milla Jovovich con poca ropa, muchas armas y zombies muertos por doquier, en un formato de escenas de acción hilvanadas a trancas y barrancas con un argumento algo débil que no da mucho tiempo a analizar debido a la rapidez con lo que pasa todo. No me disgusta como producto: creo que soy capaz de sentarme en una butaca bien pertrechado de comida y/o vozkalimones (bebida oficial de la semana de terror), y disfrutar durante hora y media.
Lo que me da miedo es aburrirme. Y es que cuando dejas de lado una historia que contar, es muy difícil aguantar noventa minutos sólo a base de tiros y trajes sexys. Los veinte primeros minutos pasan volando, pero poco a poco la película que puede ir transformando en una insoportable travesía por el desierto...