Para los que no van asiduamente al cine, este puede ser un reclamo fácil en la cartelera. Dos famosísimas caras protagonizan esta cinta, dos estrellas de Hollywood no tan jóvenes como antes, pero oscarizadas, y por lo tanto, con un cierto caché. Hablamos de Tom Hanks y Julia Roberts, que vuelven a coincidir en la gran pantalla tras La guerra de Charlie Wilson, pero esta vez bajo las órdenes del propio Hanks en las facetas de director, escritor y productor.
No niego las buenas intenciones de esta película, que en clave de comedia pretenderá darnos una lección moral de que uno nunca debe rendirse. Agradable en las formas y con alguna escena divertida, será simplemente una especie de telefilm adornado con una producción abultada, aderezada con las estrellas taquilleras americanas que pretenden amortizar la inversión con su sola presencia. Como se podrá comprobar, estará presente en todo espacio publicitario que se precie. Y eso se nota en taquilla, aunque después la historia deje mucho que desear por su simplicidad.
Ideal para los que solo pretenden pasar un rato entretenido con mensajes positivos, que hoy en día nunca está de más.