Crítica de la película Mercado de futuros por Olmo

Corren tiempos difíciles. El orden de las cosas es el desorden y lo que antes nos parecía una cosa hoy es otra. Corren tiempos de cambios de colores, sentimientos, sueños interrumpidos, estupidez, necesidades, maletas en la calle, soledad, profundidad, carteras vacías, cambios de humor, incómodas posturas, ausencias, legados y falta de postulados. Por no haber, ya no hay ni propiedad privada porque ya nadie puede comprar, ni siquiera regalar. Por eso, el cine puede y tiene que ser un mecanismo de ayuda, autoayuda, un empujón hacia la esperanza, un rato de verdadera reflexión y una risa sincera, impulsiva y verdadera. ¿Qué son las letras si nadie escribe? ¿Qué significan las palabras si nadie las lee? Si no hay fábrica de seres humanos no hay nada. Si no hay método, no hay dirección. ¿Para qué mercado si no hay plata con la que pagar?

Sin llegar a la agonía y desde el respeto más profundo y generoso llega a nuestra cartelera un documental que pretende cerrar los puños, alzarlos y reflexionar sobre la culpa que nadie tuvimos pero con la que todos cargamos. Mercado de futuros es una invitación hacia el orden de las cosas, ese que siempre se encuentra pero que se esconde cuando más le necesitamos. Este segundo trabajo de la directora Mercedes Álvarez tras El cielo gira ganadora en Málaga 2005 al mejor documental llega a nuestra cartelera en tiempos fríos, helados diría yo. Un producto cinematográfico necesario en estos tiempos, actual, fresco, sacado de un horno que hogazas pocas saca. Se trata de meter la directa, ser poético, reflexivo pero sobretodo activo. Se trata de poder ir al cine y hablar contigo mismo, con el de al lado, se trata de debatir, de agitar. Se trata, en definitiva de poder opinar a través de la gran pantalla. De que opinen por ti, que siempre gusta porque quizás a uno no le salga tan cinematográfico y puede resultar más cómodo.

Aprecio enormemente el cine documental. La órbita de estos trabajos es indudablemente el respeto, la denuncia y el hablar claro. Las formas, indudablemente bellas, hechas con gusto, estimulantes y verdaderas. Se trata de mirar hacia el futuro, de buscar esos nuevos mercados a través del cine y el espectador no ajeno a los problemas. Miradas que agotan a los que no quieren ver.