La situación del cine español es tal, que cuando los debutantes en la dirección se embarcan en algo diferente que la típica comedia tonta con chistes fáciles para su primer trabajo, parece que de entrada haya que reconocerles un cierto mérito. En esta ocasión y sin lanzar las campanas al vuelo, puede que el reconocimiento se fundamente en algún punto más, ya que en su participación en el Festival de Málaga tuvo una buena acogida tanto por parte del público y la crítica.
Este es el primer largometraje de Andrés Luque y Samuel Martín, que gozan de experiencia como realizadores en TVE. Una cinta entre el cine negro y la comedia ácida, que esperemos no de demasiadas vueltas de tuerca en la trama y tenga un guión sólido que le sustente. Es preferible contar una historia que logre entretener al público con un ritmo ágil que querer impresionarlo con un final demasiado enrevesado.
El principal reclamo y peso de calidad de esta cinta serán sus protagonistas: Carmelo Gómez y Hugo Silva. Del primero poco se puede decir ya. Es un grande de nuestro cine, cuya sola presencia da la impresión de seriedad. Hugo Silva (Mentiras y gordas, El hombre de arena), uno de tantos que surgió de las series de televisión que poco a poco va haciéndose un hueco en la pantalla grande y que tendrá la oportunidad de demostrar que no solo es una cara bonita. También me gustaría destacar la intervención de Celso Bugallo (La noche de los girasoles, Mar adentro), un secundario de lujo.
Así que sin augurar nada demasiado especial de esta película y tras ver su cartel colgado en las paradas de los autobuses de mi ciudad (al menos a esta la van a promocionar), si que espero me permita recomendar algo de cine español.