Es cierto que uno llega a esta película ya con pocas expectativas porque si el tema no te ha echado para atrás, lo ha hecho el vapuleo generalizado de crítica. Pero con esa brizna de esperanza ingenua que siempre mantiene en pie al ser humano, cabe sostenerse en su director, Oliver Hirschbiegel, que nos ha dejado películas tan interesantes como El experimento, o Cinco minutos de gloria. En la línea del biopic, que es lo que tenemos aquí, el alemán ha dirigido el interesante y polémico acercamiento a Hitler, El hundimiento. Nada menos que esos son los precedentes para darle una pequeña oportunidad a Diana.
Hacia el comienzo, tenemos a la princesa del pueblo en un coche dirigiéndose al set de la BBC, lo que entronca directamente con la refrescante mirada al cine del IRA que realizó el director en Cinco minutos de gloria. Quizá esta historia de Lady Di le sirva a Hirschbiegel para reflexionar sobre cuestiones sociopolíticas como lo hizo Frears en The Queen. Pues no, la entrevista acaba pronto y solo sirve como una pieza más de una novelucha romántica barata.
Y es que la película es lo que parecía. Una historieta romántica, en su acepción más vulgar, sin demasiada trascendencia y con toda la chispa que le permite el tener que ser más o menos fiel a los hechos reales. ¿Cuánto de reales? Yo no lo sé, ni me importa demasiado. Por el camino se apuntan temas importantes, como su lucha contra las minas antipersona, con un cierto enaltecimiento del personaje que chirría un poco.
Se nos presenta a un personaje que no va sobrado de luces pero es todo simpatía. La clásica imagen de princesita. No dudo que sea una descripción bastante real, pero la manera en que la película toma partido por ella ofrece un modelo de heroína bastante casposo. Hasta el personaje de Princesa por sopresa da una imagen más aceptable. En cuanto a la caracterización de Naomi Watts, he de decir que en todo momento he visto a la actriz y solo fugazmente he intuido a Lady Di. No pasará a la historia esta interpretación.
Por lo demás, dirigida y narrada con corrección. No llega a aburrir pero tampoco a interesar.