Prisión de Branderburgo, año 2000. Martin Schultz de 36 años de edad, es puesto en libertad tras 11 años en la cárcel. En su calidad de ciudadano de la anterior República Democrática Alemana, de Berlín Este, vivió la caída del Muro de Berlín desde su celda en la prisión. Al ser liberado, apenas reconoce su Berlín Este. El "nuevo Berlín" se ha impuesto y el "viejo Berlín" parece haberse esfumado del todo.
Esta es la historia que nos presenta Hannes Stöhr en su primer largometraje, inspirada en una historia real que una amiga del servicio social dedicada a los presos le contó.
Ganadora del Premio del público en la sección Panorama del Festival de cine Berlín 2001, el film parece recoger con ansiedad un problema que a pocos puede afectar pero que de impactante y cruel tiene bastante.
Con la seguridad de ofrecer testimonio de un tiempo, y la especial sensibilidad de su personaje para con el mundo que le rodea, la película seguro que llega al corazón de los espectadores con ligera presión.
El único vacío que se pueda encontrar será el esperar que sea un retrato de la Alemania actual, porque al parecer sólo se trata de un hombre desorientado y perdido que intenta rehacer sin tener cimientos en los que hacerlo.