Gordos es una película que hace que el cine español crezca con volumen, fuerza y dinamismo. El resultado final de la película, de humor pero poco a poco más llena de tristeza y realidad, es un conjunto de ires y venires entorno a un ser humano que fácilmente se puede trasladar a otros ambientes de la existencia urbana de nuestros tiempos.
La radiografía, eso sí, algo exagerada para poder avanzar rápido, nos deja buenas interpretaciones, sobre todo las de Antonio de la Torre y Verónica Sánchez, y un profundo poso a película capaz de transmitir, entretener y encima con calidad y magnetismo. El espectador agradece el esfuerzo de tratarle de manera madura y ofrecerle un viaje con cambios y giros que ayudan a la complejidad de caracteres.
Aunque todos los finales terminan por estropear un poco las películas, la manera de cerrar éste con visiones lejanas de cada momento y persona, es una manera de escapar ante un cierre complicado, pero tampoco pretendo condenar la película por ese echarse atrás de los últimos cinco minutos. Por tanto, un paso más para el director, que ya tiene preferidos que le siguen entre el público, y un paso más para un cine que se hace mayor y que de vez en cuando ofrece algo distinto y mejor, el cine español.
Disfrutar de la película es disfrutar de sus contradicciones y pesares, es quedarse quieto siguiendo sus segundos interesado por el qué pasará, y querer el film es notar el toque de atención que trata de enviar en un día a día muy pesado, nunca mejor dicho. Las cosas que importan, eso le gusta a Daniel Sánchez Arévalo (Azuloscurocasinegro y Primos), cosas sencillas contadas con algo de gracia, con algo de buen interés, eso lo queremos todos.