Me va a resultar difícil no solo postcriticar esta peli, sino justificar lo que diga, así como las 3 estrellitas... Veamos:
Este Volumen 2 es, desde luego, mejor película que la 1. Por varias razones. Porque aquí, por fin, hay personajes. Porque, como tal, hablan. Porque empezamos a entender sus motivaciones, sus odios, y su fracaso. Aunque también es cierto que algunos no llegan a cuajar: no llegamos a entender del todo esa aflicción... ¿verdad, Daryl? Te nos quedas en un agresivo esbozo.
El personaje de Michael Madsen, al contrario que a mi compañero Beiger, no me parece lamentable, ni con un insportable olor a podrido. Me ha gustado ese cowboy hundido en el lodo, un charco de barro del que solo puede asomar la cabeza para recordar, para sentir, así, en agravio comparativo, su derrota, su hundimiento, su fracaso. Tarantino se molesta, además, en dignificar a este Budd convertido en despojo de sí mismo: Ahí está esa frase que dirige a Bill, "no esquivo mi culpa", o esa katana que por orgullo niega tener, "la vendí por 250 dólares en El Paso", pero que aún guarda en algún rincón de su caravana. Aunque no se hable ya con Bill. Porque ya no se habla con Bill.
El personaje de Daryl aparece mucho menos pulido que el de Madsen. Y no sólo ella; al lado de él, el personaje de Lucy Lyu, con su historia elaborada en el Vol. 1, no es más que una sucesión de pinceladas gore intentando explicar lo que, aquí, con Madsen, consigue con dos o tres escenas "buceando en la mierda", como diría Beiger. En realidad lo consigue filmando; dejando hablar; permitiéndonos entender al personaje. (Añado, para evitar confusiones, que la escena de animación del vol. 1 entra dentro de lo que más me gustó de aquella primera parte; aún así...)
También consigue Tarantino mucho más impacto gracias a una mayor contención. El agobio, el nerviosismo, el sofoco, el ahogo que provoca la escena del enterramiento de Uma viva, deja a la colección de chorros de sangre a presión del volumen 1 en una fardada festivalera y risoria. Ahora que, por fin, Tarantino contiene sus excesos sangrientos, sólo así, consigue que ese pie desnudo pisando el ojo de la Hannah sea tanto o más repugnante de lo que por sí ya es -y que es justo lo que perseguía Tarantino. Ese mismo gesto, rodeado del festival gore-cómico del volumen 1 habría perdido todo su efecto.
Y no me olvido de Bill entre los aspectos positivos de la película. La última escena, el último momento, es maravilloso. Me encantó la simpleza con la que Tarantino ha decidido mostrarnos esos últimos cinco pasos, en voluntario contraste tras la espectacularidad de esa brevísima pero intensísima pelea 'a silla'. Los mejores diálogos, esos que algunos ya nos prometían que habría en este volumen 2, los declama él. Eso sí... también los peores; pero digamos que, simplemente, es que es Bill quien más habla en toda la película. Y, antes que se me olvide, muy buena su primera aparición, flauta estilo 'Kung-fu' en mano, y el subsiguiente diálogo con Uma, largo, tenso y muy sentido a la vez.
Antes de pasar con los aspectos negativos de la cinta (creo que nunca me había alargado tanto con una crítica), he de decir que, aunque pueda parecer una chorrada, lo mejor de todo es que Tarantino entiende a sus personajes. Y es que hay muchos guionistas y/o directores que nunca llegan a conseguirlo. Pero Tarantino sí, y por eso, cuando les deja hablar, no les hace darnos explicaciones. Y Bill así lo dice: no hay realmente una explicación para lo que le hizo en su momento a la Mamba Negra; ni tampoco hay explicaciones ciertas a su arrepentimiento; ni Uma no sabe explicar por qué nunca reconoció conocer los cinco puntos de presión -para explotar un corazón...
Dicho esto, paso a enumerar cuatro aspectos (olvido otros, menores) que no me han gustado en este Volumen 2: uno, que esa cierta profundidad de retrato de la que he hablado hasta ahora (aunque esto no es un Bergman; no nos confundamos), falla con algún personaje que también la requería; dos, la música -decepción con matices-; tres, personajes y caracteres que sobran, como decía Beiger; y cuatro, un pecado capital en el cine: algún que otro momento suelto de aburrimiento.
Respecto al punto uno, aclarar que me refiero al personaje de Daryl Hannah, que a priori se supone que es uno de los tres grandes rivales de Uma en este vol. 2. Madsen y Carradine obtienen en metraje, en peso y en profundidad, la equivalencia a la importancia que se les supone en la trama. Hannah, no. Se nos queda en una arpía de piernas largas y un solo ojo, que llega, se tira todo el rato con el ceño fruncido, mata y muere. Esa pincelada más vaga que impresionista de Daryl y su historia particular con Pai Mei no es más que eso: una vagueza, un querer y no poder. O todo o nada, Quentin, pero no medias tintas.
Respecto al punto dos: La banda sonora del vol. 2 sigue incorporando cortes magníficos de Morricone y otros; pero hay otros cortes mucho peor elegidos. En el vol. 1, aparte de sus varias piezas de spaghetti western, Tarantino buscaba mediante su banda sonora, sobre todo, el contraste; pero mientras allí construyó una colección de una calidad excelente, aquí los altibajos se suceden, y sin grises: o muy negro o muy blanco.
Respecto al punto tres, coincidir con Beiger en que sí, el proxeneta sobra, igual que sobraba Buck, el que viene a follar, en el volumen 1. Y es que el personaje de Bill tiene tal fuerza que no necesita de ayudas para presentarse, para darse a entender al espectador. En cambio, un recurso similar, como es el del jefe de Madsen en el bar, me parece acertadísimo. Nos hace llegar a entender el grado de humillación al que ha llegado la vida de este, en otro tiempo, cruel y eficaz asesino.
El último punto, por fin: Algunos momentos de la película consiguieron lo mismo que yo con esta interminable crítica, supongo: aburrir. Y eso en cine es un PECADO CAPITAL. Es la primera máxima de un cinesta, entretener, no aburrir. Incluso aquel que hace cine para hacer pensar sabe que si quien ve su película se aburre, directamente no atiende a lo que le cuentan. Por supuesto que en términos generales no me he aburrido con este Volumen 2, pero sí con algún momento suelto, y es que frente al frenesí histérico de la primera Kill Bill, Tarantino se ha empeñado aquí en construir pausados preámbulos a muchas de sus escenas violentas. Creo que muchas veces, acertadamente; pero hay alguna que otra en la que se explaya en exceso. De todos modos, ese ha sido siempre el sello de Quentin Tarantino: el exceso, para lo bueno y para lo malo... y hay que aceptarle tal cual es.
Además de aburriros, espero que, aunque no os hayan convencido mis razones, si aceptéis que al menos he hecho todo un esfuerzo por intentarlo.