Crítica de la película La cueva de los sueños olvidados por Iñaki Ortiz

Protocine


4/5
11/07/2012

Crítica de La cueva de los sueños olvidados
por Iñaki Ortiz



Carátula de la película La cueva de Chauvet esconde unas pinturas rupestres excepcionales. Repito: las esconde. No están abiertas al público y, aunque parece que van a construir una réplica (como en Altamira), de momento sólo los profesionales tienen acceso a ella. Esto ya de por sí justifica de sobra el visionado de este documental, que es la mejor manera de descubrir el interior de la cueva y sus tesoros de valor arqueológico y artístico. Como función puramente divulgativa, la película cumple de sobra: es didáctica, es minuciosa y consigue recrear con acierto la experiencia de hurgar en el interior de esta cueva olvidada.

Está claro que eso no es suficiente para un cineasta tan ambicioso como es Werner Herzog. Con sus recursos habituales: un talentoso montaje visual y un cuidado repertorio musical casi místico, el director consigue una delicia estética que hipnotiza al espectador. Muchas veces por encima del interés puramente funcional -prueba de ello es la última secuencia con los caimanes que se mire por donde se mire, no tiene más que una exótica función ornamental. Herzog aspira con su pequeño documental a aportar nuevamente una pieza artística que finalmente es un reflejo - como se comenta explícitamente - del espíritu primitivo del arte rupestre. El ritual de contemplar la belleza y la evocación de las pinturas se traslada a un espectador que observa embobado el espectáculo, como lo harían nuestros antepasados allí en la oscuridad de su particular sala de cine. Esas pinturas son, en palabras del director, protocine. Este no es simplemente un documental sobre arqueología, es una reflexión sobre el arte y sobre el espíritu humano, aunque a veces se pase algo de vueltas.

No me interesa demasiado el uso del 3D, que en teoría debería hacer más realista la experiencia de la "visita", pero que en mi opinión es una distracción y supone una definición de imagen inferior. Algún plano de gran profundidad con mucha perspectiva y otros con varios espacios diferenciados pueden resultar interesantes, pero nada que compense los contras. El único aspecto positivo lo encuentro en el abismo que crea entre los habitantes de la cueva en su búsqueda del efecto con sus primitivos fuegos y nosotros, con nuestras ostentosas gafas tecnológicas.



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