Todd Solondz es un controvertido director, cuya máxima premisa es contar descarnadas historias con un toque de humor que acaban reflejando el patetismo humano. En sus trabajos busca una cierta ambigüedad, mezclando comedia y drama y generando sensaciones extremas en el espectador como repugnancia, tristeza o carcajadas, no siempre al gusto de todos.
Personalmente he comprobado ambos lados de la balanza respecto a este particular realizador. Por un lado Happiness me cautivó, con esa irrespetuosidad e ironía. Con Palíndromos, su anterior film con el que ya participó en la sección oficial del Festival de Venecia en el 2004, me provocó un tedio horroroso debido al enrevesado planteamiento que utilizó para su crítica social. Pero en ambas ocasiones reconozco que es un gran provocador de sentimientos encontrados y eso siempre es algo de agradecer.
Veremos en esta ocasión que es capaz de mostrarnos, pero me crea cierta confianza que parece ser que esta cinta se acerca más al estilo de Happiness, con una dura trama que seguro no deja a nadie indiferente.