El amable Jonathan Demme (El silencio de los corderos) y presidente del jurado oficial del Festival de San Sebastián presenta esta película en este mismo evento en la sección Zabaltegi. Es un director bastante encasillado pero con un identidad propia a la hora de hacer cine. Le conocemos también por Philadelphia o El mensajero del miedo. Muy peculiar director estadounidense que en esta ocasión nos ofrece un drama.
Las intenciones de Demme serán claras. Que quiero esto, lo hago, que no lo quiero, me desprendo. Así de sencillo. El problema que presenta esta cinta es la intencionalidad de la misma. Quiero decir, ¿cómo la queremos ver? O mejor, ¿Cómo la tenemos que ver? Podemos verla queriendo ver un drama que lo muestra todo, tensando la cuerda, una vomitona de negatividad. Pero también la podemos querer ver como un producto ligth, fácil de ver, incluso simpático. Y a la pregunta de cómo la tenemos que ver, está claro, sin presión, a verlas venir, sabiendo que no defraudará, eso seguro, es Demme.
En el aspecto interpretativo me sorprende ver a Anne Hathaway ( El diablo se viste de Prada), una actriz también muy encasillada. Una chica con una belleza indiscutible, con un rostro muy dulce, un rostro antidrama que salta al vacío con el binomio drama-necesito comedia. Y es que de la comedia se vive con un sueldo majo pero no terminas siendo la favorita del espectador. Y probablemente Hathaway quiera intentarlo esto de ser actriz por otras vías. Miren Sandra Bullock que al final nos la tomamos en serio en un par de ocasiones. Hasta no visionarla no podré deliberar, cosa que Demme sí en todas las demás que pasen por la Sección Oficial, no en la suya, la cual deliberaremos nosotros a nuestra manera.