Alex de la Iglesia, jopelines, cómo puede ser que ese cachondo empedernido (déspota en los rodajes según se rumorea, seguro que es para menos), se haya atrevido con la novela de Guillermo Martínez del mismo título, teniendo en cuenta el carácter serio y misterioso de la trama, y encima rodada en inglés, y encima lejos del territorio nacional.
Pues todo esto puede ser bien sencillo. Porque principalmente ya le tocaba de una vez, dar el sato a algo de mayor envergadura en donde pueda demostrar con mayor categoría internacional la visualización del mundo del cine que tiene, de acuerdo, tampoco es para alucinar, pero hay que reconocer que talento y desparpajo detrás de una cámara tiene. Es más, puede que este sea su salto acertado y viaje al éxito, aunque sea con moderación.
Acción mutante, El día de la bestia, Perdita Durango, Muertos de risa, La comunidad, 800 balas o Crimen Ferpecto son muestras más que suficientes de su valor como director apoyado muy fuerte en las labores de su guionista y amigo Guerricaechevarria, pero insisto en la idea de meterse de lleno en un tema serio, que no tenga ese componente cómico que siempre imprime a sus temáticas o personajes, es hora de avanzar, y creo que lo ha hecho.
No me espero demasiadas alegrías de cámara, no creo que quiera defraudar, así que una dirección segura y más tradicional sería lo normal, pero eso sí, creo que va a existir una especial predilección de cámara para con sus personajes protagonistas, como siempre, mostrándonos a John Hurt (El perfume o V de Vendetta) o a Elijah Wood (Sin city o Bobby), de manera portentosa en la neblina de un suspense comedido, pero suspense.
Leonor Watling (Malas temporadas o Salvador) y Dominique Pinon (Recientemente en La luna en botella) serán los encargados de bañar de mayor erosimilitud la parte secundaria de un film que parece brillar sin demasiado esfuerzo, pero no por ello habrá que dejar de vigilar por si se ciñe demasiado al texto y termina por ser muy hermético.