Los primeros veinte minutos de la película se pueden definir como refrescantes. Estaba dudando en atreverme a definir esa sucesión de chistes desaprensivos, gore guarro y tetas como "refrescante". No creo que ayude a mi imagen. Pero la realidad es que me gusta ver cómo Lloyd Kaufman no deja títere con cabeza metiéndose con las grandes corporaciones a la vez que ridiculiza a los típicos grupos antisistema. La película, durante la introducción, tiene hasta mensaje.
Tras esos minutos iniciales y una vez que queda claro por dónde van a ir los tiros, Lloyd se mete de ello en una escalada de guarradas y canciones tipo musical (la primera hace gracia, luego ya es repetir) que resultaría perdonable si sólo durara una hora. Y éste es el principal problema de ésta película es la duración (si la entendemos como lo que es, si no el número de problemas aumenta exponencialmente). ¿Por qué hacer una película de 100 minutos si a los 20 ya has dicho lo que tenías que decir y a los 60 ya has expuesto el desenlace? Una pena que en cuanto La Troma tiene dinero para hacer una película decidan gastarlo en más y más metraje innecesario.
Por lo demás, se trata de un subproducto salido de las profundidades subculturales americanas, que tiene su punto, pero que cinematográficamente no existe y que acaba aburriendo innecesariamente.