Lo anuncié en la precrítica, lo mantengo ahora, una vez vista la película. Shrek mantiene su tono, Shrek mantiene su humor gruñón y su genio brutote y simpático; asno sigue siendo ese "secundario cargante y parlanchín", y todo sigue siendo una gran y festiva parodia de los cuentos de hadas. Pero, lo anunciaba en mi precrítica, sí, esto es una secuela, seguimos con ellos, pero no se iban a repetir. Y no se han repetido.
Ha sido un espectáculo fastuoso desde el punto de vista técnico (donde han mejorado muchísimo respecto a la primera) y un encadenado de carcajadas desde el minuto uno hasta el último. Los guionistas han tenido el enorme acierto de, por una parte, jugar con los guiños a los gags más conocidos de la priemra entrega de las aventuras de Shrek, pero no plagiándolos, si no reformulándolos, como si nos hicieran un guiño cómplice: "eh, ¿os acordáis de esto? pues no, ahora no es lo mismo, ahora es así..."; y por otra parte, han basado muchos de los nuevos gags en parodias directas a conocidas películas: los amantes besándose en la arena mojada y bañados por las olas ("De aquí a la eternidad"), la puerta que se cierra, los héroes que pasan justo justito y el gato que salva su sombrero en el último instante ("Indiana Jones"), y así un largo etcétera.
Pero por supuesto esto no ha sido lo único. Shrek 2 está plagada de gags y chistes de todo tipo, de todos los colores y de todos los olores. Es un festival del humor, pero humor con máyúsculas. Y con hallazgos, especialmente uno: ese gato con botas doblado por un Antonio Banderas de matrícula de humor, a medio camino entre el andaluz chuleta y Tico, el inseparable amigo de Rigodon. Es el personaje que se merienda la función en todas y cada uno de sus aparaciones, mal que le pese al asno -aunque hay que reconocer que este sigue teniendo algún que otro momento fabuloso, como ese viaje interminable hacia el país de Muy, muy lejano.