Crítica de la película Sangre de mayo por William Munny

Otro puñetazo por parte del gran José Luis Garci, ese hombre del cine que siempre está y siempre reaparece cuando menos se piensa en él, o cuando más lo necesita el cine español, para recordarle las viejas formas que sólo José Luis Cuerda, otros también pero siendo menos prolíficos, pretende arrebatarle en extraños guiños de modernidad para guiones siempre iguales sobre la Guerra civil.

Ahora podremos disfrutar de ese director que a veces se juega sus escenas malmetiendo al espectador con una situación histórica, que requiere de alguna que otra escena subida de tono, siendo esta como es archiconocido el tema del levantamiento antigabacho del 2 de mayo, un hecho histórico que agradecerá el espectador con tranquilidad. Pero el sobrio director habrá buscado la manera de que no nos despistemos con las migajas de acción que haya preparado, para mostrarnos a sus personajes y a su situación, como siempre entorno al amor, bien a una hija, a una mujer, a un hombre o a unos principios, su cine habla sobre la lealtad al amor por las cosas buenas que hace del hombre un ser justo.

Ser tan categórico es necesario cuando hablamos de un señor director, recto y pesado, sí, pero siempre de confianza, que no comete errores en sus cuchilladas, que se mantiene fiel como sus personajes a sí mismos y su belleza, y que perderá días en una frase o un vestuario pero ni un momento es escuchar como resuena el baile del montaje para una batalla de época, para una lucha cuerpo a cuerpo. Él principalmente quiere que escuchemos los razonamientos y evoluciones de los seres que ama profundamente, porque se le nota en cada escena ese amor para siempre a sus hijos en la pantalla, a su arte.

Otro tema será que ese detallismo curioso en la ambientación y en la actuación, y no tanto en el dinamismo moderno de la cámara, sea o no suficiente para animar a un público animado pero que ha de elegir con tino el momento para sentarse ante él, y otra cosa será si es el mejor representante del cine español, o el que más conviene, pero una cosa es cierta, merece estar entre los mucho mejores. Siempre hay película de sobra para todos, siempre y cuando nos la tomemos en serio y escuchemos su mensaje.

Sólo espero el momento de dejarme atrapar por el instante en el que diga con énfasis que no todo vale, que no todo está en venta, que la vida ha de llevarse así o "asá", al estilo inconfundible de los personajes Garci, porque Gregory Peck tendría que haber estado en manos de este director para uno de esos hidalgos protagonistas. Muchos se darán cuenta cuando ya no estés, maestro.

Como información adicional podemos destacar el siempre notable elenco de actores, capitaneados por Quim Gutiérrez y Paula Echevarría, a los que hemos visto en Azuloscurocasinegro y Luz de domingo respectivamente, Manuel Galiana (el de Escenas de matrimonio en televisión), Carlos Larrañaga (de sobra conocido), Fernando Guillén (incansable) y Enrique Villén (en su mejor momento) o Miguel Rellán (siempre agradecido en pantalla) entre los más veteranos, y una lista de más jóvenes que hacía tiempo no formaban en un film una lista tan recopilatoria de talentos españoles, como Fernando Guillén Cuervo (director en Los managers), Natalia Millán, Carlos Hipólito, Ramón Langa junto a las jovencísimas Lucía Jiménez (Cosas insignificantes en el Festival de San Sebastián 2008) y Manuela Velasco (Rec).