Crítica de la película Asfixia por Hypnos

Es lo que tiene Sundance, que va a su bola, y cuando medio mundo afila las monedas para jugársela con las películas triunfadoras de los Oscars, de Park City sopla el viento más fresco de la cinematografía, esa especie de cónclave en la que se juntan todas las películas de eso maldenominado cine independiente que nos inundarán durante el año en curso.

Uno de estos ejemplos del 2008 es la celebrada y esperada segunda adaptación de una novela escrita por Chuk Palahniuk. ¿Quién es ése? Coño, pues el artista que escribió El club de la lucha, texto en el que se basó el genial David Fincher para firmar una de las mejores películas de la última década.

Yo cada vez estoy más convencido de que Palahniuk es una especie de versión remixeada de Bukowski, pero fuera de extrañas filiaciones artísticas que pretendamos buscarle, el caso es que es uno de los escritores más frescos y originales del momento.

El que se anima a dirigir y adaptar la novela es Clark Gregg, un actor al que veremos en Iron Man y al que hemos visto en películas como Entre mujeres; y que destaca por haber escrito un único guión anteriormente: Lo que la verdad esconde.

Debuta tras las cámaras y da buena idea cuando elige para el papel protagonista a Sam Rockwell, un actor de los que funcionan muy bien en este tipo de películas. Me sigue encantando en Confesiones de una mente peligrosa.

Junto a él, una dama y señora del cine: Angelica Huston, a la que ahora mismo podemos ver en cartel con Viaje a Darjeeling.

Una película cuyo atrevimiento se agradece pero que lejos de ofrecer una obra compensada mezclará hallazgos con situaciones bochornosas.