Una cosa está clara, Luc Besson sabe más de diversión que de ciencia. Es normal que a un autor de ciencia ficción el tiempo le termine "quitando la razón". Lo raro es que Besson parte de una premisa científica que a día de hoy ya se ha demostrado equivocada. Si el director fuera consciente de este hecho -lo dudo- sería todo un atrevimiento retro usar una premisa científica desfasada. En cualquier caso, pronto vemos que esto no es más que el punto de partida de una cantidad de disparates inagotables, y en aumento. Lucy estaría más cerca de la pura fantasía, si no fuera porque el objetivo es otro. Y no hay más que leer entrevistas de Besson, en las que afirma que quiere hacer pensar al espectador. Si el objetivo era hacer una obra con ambiciones filosóficas y científicas, el resultado es un desastre. Y más allá de las palabras del propio director, que lo dejan bastante claro, la pretenciosidad de Lucy se hace patente en esa especie de 2001, Odisea en el espacio de acción que nos prepara Besson. Filosóficamente, el argumento es prácticamente el mismo. Desde una introducción con homínidos, hasta llevarnos a una resolución de salto evolutivo definitivo. Pero en su desarrollo, Lucy es a 2001 lo que la homeopatía a la medicina.
Llegados a este punto, el espectador solo puede sobrevivir asumiendo muy pronto que esto es una película de superhéroes y que los disparates son parte central del menú. Y aquí sí, funciona. Porque la misma desvergüenza que lleva al autor a resbalar ante cualquier planteamiento mínimamente científico, ni siquiera lógico; le ayuda a la hora de conseguir piruetas fantásticas (y fantásticas) como la escena de la llamada de teléfono durante la operación, o los hilarantes viajes en el tiempo. O la violencia gratuita, tan propia de su cine, donde los villanos no dudan en matar sin motivo. Besson no está dispuesto a permitir que la coherencia, la sutileza o la verosimilitud le impidan construir una escena sorprendente y resultona. La sensatez: su peor enemigo.
El punto fuerte de Besson está más bien en los personajes coloridos, carismáticos. Los hace moverse con energía y frescura, con unos gestos magnéticos, muy cool. Consigue crear momentos intensos, como esa espera inicial en recepción, después de una introducción dialogada. Ayuda la música de Eric Serra, a medio camino entre Hans Zimmer y la tensión de Chromatics para Drive. Después, Besson consigue elevar al máximo el macguffin clásico del maletín, con una parafernalia disparatada, que implica a cadáveres y a escudos antidisturbios. Deslumbra con los efectos especiales más clásicos, en la escena en la que la protagonista absorbe la droga. En definitiva, ofrece al espectador situaciones que quiere ver, aunque estén engarzadas en una trama sin pies ni cabeza.
Y por supuesto, ella. Scarlett Johansson, la gran heroína del momento, se revalida y confirma que ella sola puede dominar una película de acción pura. Por un lado, el director la mima, con esos planos estilosos que comentaba antes, encumbrándola como a una diosa -casi literalmente. Johansson da la talla y consigue una interpretación tan explosiva como matizada. No es habitual encontrar buenos papeles de acción para mujeres, especialmente cuando están escritos por hombres, pero Besson lo consigue igual que -salvando las distancias- Tarantino le regala a Uma Thurman su papel de la novia.
Es una pena que Morgan Freeman tenga un papel tan flojo: solo representa lo peor de la película, la argumentación científica chabacana. Sus charlas tipo TED pero absolutamente dispersas, no solo son un despropósito sino que, al contrario que el resto, son aburridas. Lo cierto es que Freeman está quedando un poco para esto, intentar corregir con su voz imponente las causas perdidas de la pseudociencia. Quien sí está en su punto es el imponente Choi min-Sik, que desde su presentación lo descubrimos con un gran villano con gesto de indiferencia. Solo alguien como él puede decir que va a matar a la protagonista -en un punto en el que ya es todopoderosa- y no resultar completamente increíble.
En definitiva, un despropósito pretencioso, divertido y ocurrente. Ojalá muchas más películas irregulares como esta y no grises obras correctas sin nada que dejar en la memoria.