Eden gira en torno al french house de los 90, aunque, en el fondo, ni es el
tema principal ni lo aborda de una manera analítica. No es 24 hours party people, donde Winterbottom detallaba las
particularidades del sonido de Manchester y hacía un repaso a los grupos más
representativos.
Aquí apenas se citan grupos, ni se sitúa demasiado el
género. Mia Hansen-Love está más
preocupada en transmitir las sensaciones de un momento, un a place to be. Está construida como un retrato, a partir de
momentos, de vivencias. Con los colores flúor de la modernidad, con las luces
de club, con la sensación de tomarte un copazo -o una raya. En Eden, el contexto es tan importante o
más que los personajes, y desde luego, mucho más que cualquier elemento de
trama.
Entre lo poco que se habla del género, hay un
momento al principio en el que los protagonistas lo definen como una mezcla
entre sonidos sintéticos y soul, entre el frío y el calor. Parece que este
modelo de contrastes es el que aplica la directora al tono de su película. En
continente es frío, sin una trama muy firme, con una estética de colores fríos,
con hitos narrativos apenas apuntados y grandes saltos en el tiempo. Prima la
naturalidad por encima del dramatismo. Por otra parte, la película nos va
mostrando los sentimientos de los personajes, principalmente del protagonista,
que ve como el mundo a su alrededor cambia -sus conocidos maduran, tienen
hijos, esos hijos crecen, las tendencias musicales avanzan y él se queda atrás-
y siente como a los 34 años, su vida se reduce a la noche parisina mientras
apenas puede llegar a fin de mes.
Eden es otra de esas películas sobre madurar, sobre decidir cómo quieres
vivir tu vida, sobre tomar un camino u otro. Es una película sobre el paso del
tiempo y su efecto en las personas -en consonancia con Boyhood, con la diferencia de que aquí apenas se aprecian cambios
físicos en el personaje en nada menos que veinte años.
Ni que decir tiene que la banda sonora es
excelente, con especial uso de Daft Punk -que además hacen un cameo y son
mencionados como el grupo de verdadero éxito- un dúo del que se nos muestra su
evolución, desde los clásicos hasta terminar en una de las mejores canciones
del último disco, Within. Esta
evolución sirve para remarcar más el punto muerto del personaje, y de su
música, y en cierto sentido, su fracaso. Un personaje que ya no puede más y
solo le resta pedir "que pare la música".