Crítica de la película El caballero oscuro: la leyenda renace por William Munny

El caso es que uno no puede dejar a Batman de lado tan sólo porque Cristopher Nolan se haya nutrido de megaadmiradores deseosos de alguien a quien adorar en la última década. Que su cine es bueno, bien trabajado, con dirección portentosa por momentos y bandas sonoras de lujo casi siempre bajo su tutela, no lo va a discutir nadie, yo mismo le iba siguiendo la pista desde sus comienzos, pero de ahí a manipular el personaje de manera ladina de vez en cuando va un trecho de consentimiento por mi parte.

Admirador de la obra inicial de Batman, muy teatralizada y comercial, un héroe de andar por casa con rostro serio, y no tanto de los avances astronómicos entre dramático silenciosos y mosquita muerta, jugando a la acción y al seriómetro, dejando a un lado al personaje principal y adentrándose en Ledger, soberbio, pero secundario, artificiando y artificiando a modo de Origen sin ofrecer en líneas generales más que fantasía visual pero nada con peso. Eso me produce Nolan, un aplauso corto mientras admiro a otros.

El cierre de la saga pues probablemente va a ir a menos. Primero por tener que cerrar y obligándose sí o sí a ello en el guión, aunque se haga de manera atropellada o falsa. Segundo porque el secundario del que vivió ya no existe y los venideros por mucha escafandra respiratoria que generen no van a ser los mismos. Tercero, porque el lloriqueo de Batman no va a servir en la última entrega, Batman tiene que ser un héroe y enterrarlo es acabar sin derecho alguno con un hombre especial que el público no quiere que abandone la escena y menos por la puerta inferior, esclavo de un ególatra mayor, sr Nolan.

Acción, dirección brutal, diálogos de malotes sin fuerza, diálogos de buenotes con chisporroteo, una película digna de ver, de disfrutar, de recordar, pero ni mucho menos para venerar por los tiempos de los tiempos. Buen dinero invertido antes de que la entrada de cine se pueda pagar a plazos.