Estamos, no tengo la mejor duda, ante un título menor en la filmografía de los hermanos Coen. Tras el esfuerzo máximo de tensión, ritmo y concentración que les supuso No es país para viejos, Joel y Ethan seguramente querían recuperar a su vieja cuadrilla (con la señorísima McDormand y el amiguísimo Clooney a la cabeza) para simplemente pasárselo bien, reir, divertirse trabajando en definitiva.
Claro que si los Coen se ríen, es probable que nos hagan reir a nosotros, y si nosotros nos reimos es porque el humor Coen está en plena forma. Y el humor Coen no es cualquier humor, es delicioso, extravagante, distinto y muy consciente de su propia calidad y talento. Un sentido del humor diferente que no tendrá miedo de jugar y reir con la estupidez suma como motor de todo el tinglado.
Para explotar las delirantes situaciones que habrán fabricado en su guión, contarán con el citado George Clooney, un tipo único a la hora de gesticular al más puro estilo Cary Grant desenfrenado; Brad Pitt, alguien que ya ha demostrado que sabe reirse de su propia imagen, mucho y bien; Frances McDormand, toda una señora de la actuación y con enchufe directo en el universo Coen; Tilda Swinton, un rostro y una actriz extraños, para un film seguramente absurdo; y John Malkovich, un rostro mosqueante y fascinante a un mismo tiempo, capaz de funcionar en el drama más grotesco y en la comedia más enloquecida.
Un reparto de muchos quilates para, esperemos, carcajadas de primera calidad.