Crítica de la película Extrañas coincidencias por Iñaki Ortiz

Ciertamente el guionista se ha pasado de listo. Uno tiene que saber para qué vale y para qué no vale. Este tipo vale para contarte una historia, más o menos bien y más o menos curiosa de unas personas normales y sus problemas de coco. Vamos, una de relaciones interpesonales, de esas de consumo rápido. Quizá podría haberle dado un cuatro fácil, un cuatro de poner nota y olvidar película.

Pero quiere ser inteligente, independiente. Quiere tener el argumento de una película de Kaufman y tiene una chorrada. ¿Detectives existenciales? Venga hombre, no se puede ser más pedante y pretencioso. Y eso es sin duda lo que menos me gusta de la película. Mejor dicho, lo que más me disgusta. Vale que a la vez que es pedante se ríe de esa pedantería. Pero que no, ni aun así. Quieres ponerme a un bombero y hacer difusas referencias al 11S, encantado, te doy margen. Quieres publicistas, vale. Poetas... bueno empezamos a ir mal, pero siempre que sus poesías sean memeces va bien. Pero si me quieres meter a un par de detectives existencialistas, vaya chorrada.

La película es una retahíla de filosofía de salón, con la pedantería de alguien que habla consciente de su inmensa cultura, que realmente no es más que los clásicos básicos al alcance de cualquier mente no embotada y de alguna que sí. Metida a golpe y porrazo sin sutileza ni decoro.

Y si quieres crearte un universo personal de personajes y situaciones, un microcosmos, “una manta”; vamos, que si quieres apestar a Wes Anderson (pero si hasta tiene a Jason Schwartzman –Academia Rushmore), asegúrate primero de tener una décima de su talento (narrativo y visual), más ingenio, (y a poder ser a Bill Murray).

Eso sí, todos esos actores (sorprendentemente bien Mark Wahlberg) están muy bien. Los diálogos que no son estúpidos no están nada mal. La película hacia el final retoma cierto sentido, y parece que para algo ha servido. Vamos, que si el tipo, con esos actores, se hubiera dedicado a hacer algo que pueda hacer, algo de su altura, una película sencillita, independiente y tal, pues hubiera hecho algo mono.

Y no habría sido tan pedante, pretenciosa y estúpida.
Tres regalado.


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