Jimmy P. es una obra formalmente
algo más convencional que otras de Arnaud Desplechin (Un cuento de Navidad),
aunque puntualmente ofrece algunas maneras que delatan claramente su
personalidad. Pequeños excesos, montaje desordenado con mucho ritmo
que desentonan voluntariamente con el género. Quizá el elemento más
reconocible es esa determinación de asentarse más en referentes
cinematográficos que en la realidad, como David O. Russell en la reciente La gran estafa americana. Así, tenemos a un Mathieu
Amalric que más que interpretar a un antropólogo, representa
una especie de arquetipo caricaturesco proveniente de la ficción. Lo
extraño aquí es que esos atrevimientos de Desplechin son más bien
puntuales y quizá resultan algo desconcertantes dentro de un estilo
general más bien clásico.
La película quiere abordar muchos temas a la vez: las diferencias antropológicas de los indios americanos (y su propio inconsciente colectivo), la actitud de los occidentales hacia ellos (es decir, el racismo, la culpa no admitida), el psicoanálisis temprano, el drama personal, la guerra, las instituciones mentales... La verdad es que todo eso está en la película y creo que para mal. Quiere abarcar tantos temas que muchos de ellos quedan diluidos, sin desarrollar. Especialmente superficial es la relación entre el doctor y su amante.
Seguramente lo mejor de la película es la afinada y moderada interpretación de Benicio del Toro -posiblemente como buscado contraste al histrionismo de Amalric. Por lo demás, una idea con un gran potencial, que tiene algunos amagos interesantes, pero que no termina de rematar ninguno de los temas que aborda.