Llega a nuestras pantallas con un considerable retraso, aunque ya se pudo ver en el festival de Sitges del 2006. Una de esas elecciones de dudoso contenido fantástico que el festival admite en su programación. En todo caso, hay que decir que también participó en el festival de Austin de ese mismo año.
La premisa argumental es jugosa. La rareza que prometo en el título está aquí y no en la forma, que posiblemente se adscribirá a los cánones más rígidos del cine independiente menos vanguardista. De este punto de partida se podría conseguir un film complejo, elaborado, ambiguo y con muchas posibilidades a la hora de presentar metáforas que relacionen el mundo interior del protagonista con las acciones imposibles. Podrían existir dos películas paralelas. Se podrían conseguir estos objetivos y otros muchos pero todos ellos tienen algo en común además de su interés, son muy complicados de ejecutar.
Me temo que es aquí donde sus novatos directores, Hal Haberman y Jeremy Passmore, fracasarán. Ambos son también los guionistas y por tanto autores absolutos de esta pequeña idea algo extraña, pero que en los tiempos que corren tampoco podemos definir como marcianada. No tienen la experiencia necesaria (Algún trabajillo anterior nada más) para conseguir un producto realmente afinado, pero me conformaría con que se quedaran sólo a la mitad del potencial de su idea.
Para esta película pequeña, un cara más o menos conocida pero sin exagerar, hablo de Michael Rapaport, protagonista absoluto y seguramente responsable de la mitad del resultado final, sea éxito o fracaso. Se le ha visto hace no mucho en Hitch, aunque seguramente se le recordará mejor de películas como El sexto día o Granujas de medio pelo (una vez más recordaré que actuar con Woody Allen no significa demasiado).
En definitiva, creo que se trata de un esforzado intento de conseguir un pequeño hueco en el a veces complaciente mundo del cine independiente. Una buena idea que requiere un complejo desarrollo por el cual no apostaría. Funcionará en la medida en que el drama que promete consiga que el universo interior del personaje y el retrato social se sobrepongan al humor fácil de los fumetas fracasados y a los golpes de comedia slapstick.
Difícil pero posible. Como siempre, aceptaré el riesgo, nadie podrá decir que soy el precrítico acomodado.