Con esta película suceden varias cosas, y además extrañas, a la hora de adentrarse tanto en ella como en sus valías para ser elegida en la cartelera. Pero, primero, presentemos al director, Gerardo Olivares, un notable realizador poco conocido y mucho, 14 kilómetros entró bien pero con la menor distribución española clásica de films, una pena, su anterior trabajo, aunque también tenemos La gran final, como ejemplo pero mucho más lejano en el tiempo. En esta ocasión da el salto de medios y de mención con una película muy de la naturaleza, muy especial y bella y también muy difícil de digerir según los gustos del momento.
La historia de real de Marcos Rodríguez Pantoja, en la que no me adentraré por no destripar nada de la trama, es la historia necesaria para acercar a todos los públicos al suceso del cine, pero a la vez difícil de gestionar porque sin ser documental, evoca claramente a Félix Rodríguez de la Fuente, también juega a ser una historia de drama y fuerza visual. Primero lo comentado de público complicado, y segundo que el tono de la misma, tan naturista puede enredarse y no terminar de dar lo que el espectador cree estar esperando.
Los nombres de los actores, Juan José Ballesta, Carlos Bardem, Sancho Gracia, etc...pueden ser más un reclamo que una participación esencial en el film, dejando a un lado el al parecer al mayor consumidor de minutos, el niño Manuel Ángel Camacho, que debe de estar tremendo. Así, la pregunta se vuelve imprescindible...¿es Entrelobos una jugarreta de 5.000.000 de euros de presupuesto que no va a complacer por sencilla y evocadora pero también poco creíble, o por el contrario el extraño híbrido de intenciones va a saber a novedosa alegría?. Mi respuesta es que no me fío, que la mayoría de las veces el tiro sale por la culata, y que cuando esté viendo un documental agradable se terciarán las escenas de la historia rompiéndome el momento y viceversa.
De todas maneras, la propuesta creo que puede ser interesante para los amantes de bosque verde, de la serenidad y de la épica, porque la banda sonora (de Klaus Badelt), tiene síntomas de estar fabricada de acuerdo con una imágenes que buscan la complicidad asombrada de un público cautivado. Otra cosa será gestionar una trama en vilo con todo eso adornando el árbol.