Hay razones y razones a la hora de encasillar los trabajos de ciertos directores y actores. Comencemos con el tándem Benoît Delépine-Gustave de Kervern, conocidos por el premio al mejor guión en el Zinemaldia 2008 por la película Louise-Michel. Sí, graciosa, divertida y con una lluvia de caricaturas a la francesa que gustaron mucho en aquella edición además de sorprendernos a todos. Buena película sin duda. Y entonces, ¿ahora qué? ¿Lo mismo? Pues sí, mucho me temo que Mammuth, nuestra película recién salida del horno para el consumo y disfrute del espectador no es más que una secuela de aquella ganadora en Donostia hace ya tres años. Quiero decir, un argumento más o menos parecido con unos personajes brutales (nunca mejor dicho con Depardieu), sarcásticos, nobles, austeros, simpáticos sin duda, amorales pero con una conciencia automaticamente tan veloz como instintiva. Un sinfín de aventuras de largo recorrido, trabas en el camino, personajes que se cruzan, problemas inesperados que terminan en buen puerto o en su defecto con alguna que otra sorpresa agradable e inesperada. Hay razones de peso para no ponerla como la favorita de una cartelera que ofrece títulos y propuestas mucho más interesantes. Eso sí, si quieren algo fácil, de usar y tirar aquí lo tienen, bienvenidos a Mamuth.
En el terreno interpretativo tenemos a dos colosos, literalmente además. Por una parte al archiconocido Gerard Depardieu (Novecento) muy muy venido a menos en lo que respecta a sus últimos trabajos y muy muy venido a más en peso y dejadez interpretativa. No confío en él. Sin embargo, Yolande Moreau (Seraphine) es una mujer que ya trabajó con esta pareja de directores en la ya mencionada Louise-Michel y que sin duda aportará un lado salvaje a la cinta. Actriz francesa seria con trabajos muy interesantes pero que con el tiempo se está encasillando en papeles muy parecidos.
Y poco más. Hay razones de peso para no confiar demasiado en Mammuth, ni siquiera para mirarla a, a priori, con buenos ojos. Juzgen ustedes.