Futbolín es un cuento infantil inofensivo, con todos los
valores típicos de la línea dominante -es decir, Pixar. Superación, esfuerzo, juego
limpio, generosidad; pero sobre todo, y es aquí donde más se puede identificar
con esta tendencia, nostalgia. Nostalgia de un pueblo, de un juego de cuando
éramos jóvenes -enfrentado como siempre al frío videojuego. La bola de
demolición bien podría ser la que quiere echar abajo la casa del anciano de Up. Este juego de nostalgias, hace que
la película no vaya dirigida solo a los más jóvenes, sino también a esa
generación que crecimos jugando con esos futbolistas de madera. Y el homenaje,
como era de esperar, está muy logrado. Las primeras partidas que vemos (desde
ángulos de cámara inimaginables) son una muestra impecable de técnica de
futbolín.
El desarrollo de la película es claramente infantil; no lo
esconde. A pesar de eso, tenemos unos personajes con chispa y unos cuantos
chistes con bastante gracia. La historia, eso sí, interesa bien poco, aunque su
defensa del pueblo contra las élites pueda llegar a resultar, a pesar de
ingenuidad o quizá precisamente gracias a ella, emotiva. La vieja pasión del
circo romano, la de los estadios de hoy, está bien reflejada.
Me parece triste que se haga necesaria una versión con
diferente doblaje para España -y más aún que en el pase de un festival
internacional sea la que hayamos visto- porque aunque es obvio que hay
diferencias culturales que harían difíciles algunos chistes -para empezar,
debería llamarse Metegol y no Futbolín- creo que el tono de los
personajes era tan claramente de estilo argentino, que se echaba de menos el
acento.
Tampoco el 3D aporta demasiado. Más bien diría que nada. Y aunque
el aspecto gráfico no falla en ningún aspecto y es más que suficiente, tampoco
hay aquí nada que nos lleve a alabarla. Como mucho, lo bien que está recreado el mecanismo del futbolín y los movimientos de fútbol en general.
Una película simpática, emotiva a veces, infantil pero con
cierta gracia, que creo que dejará contentos a muchos chavales y sobre todo, a
sus padres que tantas horas pasaron intentando encajar ese gol perfecto.