Ríos de tinta fluyeron tras el final de "Instinto básico", una película que constituyó todo un hito generacional allá por 1992.
Posteriormente, continuas negociaciones que se rompían, malas relaciones entre Sharon Stone y Paul Verhoeven, que aún duran del engaño que gestó el director holandés para conseguir uno de los momentos eróticos por excelencia del cine contemporáneo: el cruce piernas en el interrogatorio.
Catorce años han pasado para recuperar ese personaje enigmático, esa revisitación del tópico de femme fatale que representaba Catherine Trammell, magníficamente interpretado por la atractiva Sharon Stone.
Varias cosas constataremos de esta secuela.
La primera, que Sharon Stone se mantiene espléndida a sus 48 años.
La segunda, que el thriller erótico de los 90 está, como diría mi compañero Beiger, muerto. De hecho, a duras penas se mantuvo en la última década del pasado milenio.
La tercera, que todas las secuelas esperadas de personajes interesantes terminan defraudando, véase el "Hannibal" de Ridley Scott.
La cuarta, la caída final del otrora mejor guionista pagado de Hollywood, Joe Eszterhas, ("Instinto básico", "Acosada", "Showgirls" o "Jade"), que en esta película, ni se ha contado con él.
Como resultado tendremos una película con mayor carga erótica quizá que la anterior, con una Sharon Stone que no tendrá quien la conteste en la escena, si bien contará con la participación de secundarios como Charlotte Rampling ("La sentencia") o David Thewlis (el profesor Lupin, en "Harry Potter y el Prisionero de Azkabán"; "El nuevo mundo"). En la que predominará una acción que no terminará de encajarnos con estos tiempos, y una vuelta al thriller de psicólogos y piscoanalistas que está de capa caída.
El resultado en taquilla está garantizado, pero la decepción está habitando ya en el fondo de nuestras retinas. Un dulce canto de sirena para una de las bellas de Hollywood.