No sé si muchos de vosotros aún erais lo suficientemente pequeños o demasiado grandes para recordar aquella película con título El guardián de las palabras. Quizás les suene más The pagemaster. ¿Tampoco? A la tercera va la vencinda: Macaulay Culkin. Seguro que se acuerdan de aquel travieso rubio norteamericano que se quedó dos veces perdido a sus anchas. Pues bien, en aquella película, Culkin nos hacía una visita guiada por el mundo de los libros y de la literatura cuyo medio fue el dibujo animado. Una biblioteca era el principio y fin de todo lo necesario para enfrentarse a las adversidades, al mundo. Aún recuerdo como si fuese ayer aquel "recurre a los libros" del guardián de los libros que guiaba a nuestro rubio protagonista. A pesar de ser un fracaso en taquilla yo la recomiendo a todo aquel jovencito, desde los más pequeños que comienzan a nadar por las aguas del séptimo arte de forma divertida y llena de colorines hasta la madre y padre que quieren ofrecer a sus hijos algo más natural, sencillo y sano. Algo que nos recuerde al viejo mundo.
Y toda esto para qué, preguntareis. Pues para presentar Kerity, la casa de los cuentos, film francobelga que si bien sabe no llegará a todas las salas por su bajo presupuesto respecto a las grandes compañías además de una distribución justita, por lo menos, quiere al menos intentar llegar al corazón de los más pequeños y también grandes al viejo estilo, tirando de nostalgia, de valores, de viejo libro con hojas gastadas pero amena lectura. Todavía a algunos nos cuesta entrar por esa puerta de la animación bestial de efectos especiales y computadoras milagrosas, realidades tridimensionales. Para todos los que aún recuerdan y no olvidan las viejas costumbres, esta es la película. Una cinta pequeña pero fácil de llevar en nuestro pequeño corazón, como si de un libro de bolsillo se tratara. Lo importante está en el interior y no en la portada. Recurriendo a los libros pero también al cine.