Negociador es una película bastante atípica. Por un lado, trata un tema serio y tiene un fondo amargo; por otro lado, es una comedia con algunos momentos realmente divertidos e ingeniosos. Por un lado, es una película pequeña, con poco presupuesto, de rodaje relativamente sencillo; por otro lado, trata un tema importante, y muy delicado, sin miedo a entrar hasta el fondo. Esta dualidad entre pequeña y grande, entre ligera e importante, descoloca.
El aspecto cómico funciona, claro, Borja Cobeaga es el guionista cómico de moda y este tema lo domina. Juega a ridiculizar la terminología, la dialéctica prejuiciosa, con una reducción al absurdo casi propia de la sátira política de los Monty Python. A veces el humor realista es el más absurdo. Por supuesto, juega a los clichés, a los tópicos locales, y lo hace bien. No me llega tanto su aspecto trágico, oscuro, que me resulta algo obvio, muy directamente derivado de los hechos conocidos, sin aportar el aspecto personal y creativo que sí encuentro en el humor.
Aunque la película es pequeña, Cobeaga demuestra una seguridad en la dirección más cercana a su excelente corto "Democracia" que a sus anteriores trabajos. Algunos encuadres son tan inteligentes como su sátira. El pequeño reparto funciona de maravilla, con un Ramón Barea adorable, Josean Bengoetxea afinadísimo y un Carlos Areces que es capaz de ser siniestramente divertido.
Políticamente, Cobeaga se mueve en un delicado equilibrio, algo inevitable si se toma una posición en un tema controvertido como este. Es valiente y ofrece su mirada, a veces de forma explícita y otras muchas a través de la ironía. En mi opinión, es más hábil representando la vulnerabilidad de un político en Euskadi que el peligro de un etarra en la clandestinidad. En cualquier caso, reparte para todos y no se casa con nadie. Habrá quienes se sientan indignados por el tratamiento -de un lado y de otro. Creo que en este sentido, esta película va a ser un gran detector de espectadores sin sentido del humor.