Esta película es de nuevo, distinta para los que hayan leído la novela en la que está basada, de Valérie Tasso, y para los que no la hayan leído. No es la primera vez que sucede, y no es lo más importante, pero si que tendrá las dos lecturas clásicas. Una ajena a la existencia de las páginas, y la otra crítica tras no ceñirse o ceñirse mal al libro. Después de esto, para un espectador vamos a pensar que no quiere entrar en detalles como los que comento, queda una película que pretende ser provocadora, nueva y tentadora a base de reclamo publicitario, el de la palabra ninfómana, como el bien vendido libro consiguió.
La esperanza de morbo y seducción no puede ser el único estímulo, así que pretendo flirtear yo también en esta crítica, saliéndome del revuelo considerable hasta de la censura de su cartel en diversos ámbitos, para centrarme en el hecho de encontrarme a un director medio novel, ya que su anterior trabajo como director tiene como título Rojo sangre (2004), y es un film de terror y humor a una vez, lejos de lo que se nos presenta ahora. A pesar de su experiencia como técnico en algunas películas donde destacar Airbag, puede que cojee de lo que todos los directores cojean cuando empiezan, de querer contar demasiado. Si sigue las líneas del libro puede ser muy esquemático, si pretende ser denso, peligro igual.
Así, figuro que cierto interés será conseguido, que cierto nivel de buen posicionamiento de la cámara será conseguido, cercana en las escenas más llamativas, y figuro que no va a desagradar a propios y a extraños, pero tampoco va a encandilar ni a ser esa promesa de atacante poderosa y sexual. Las vivencias sexuales hoy en día no tienen demasiado de turbadoras a juzgar de lo que sea habla a veces a media tarde en la televisión actual. Si eliminamos esta presencia de poder morboso en el film, puede que nos salga un producto más entero de lo normal, ayudado por su pasado novelesco, pero poco más. Sin sorpresas y sin nuevos registros.
Ángela Molina (esta semana en La desconocida) y Geraldine Chaplin (El orfanato) se medirán en busca de los momentos mansos, Leonardo Sbaraglia (recientemente en El rey de la montaña) será el hombre y Belén Fabra (Canciones de amor en Lolita´s club) la ardiente y reflexiva protagonista, teniendo que reconocer que es una buena elección de casting. Posee a mi entender esa ambiguedad necesaria para mirar a cámara en esas posiciones.
Acérquense a lo necesario del cine, pero sin hacerlo imprescindible, dando un lugar a la lujuria que la gran pantalla al final siempre consigue transformar en mito y recuerdo a imitar, el sexo una vez más en guión y celuloide, el sexo, desde otra perspectiva, pero sin demasiado destacar.