Una representación fría y calmada sobre los años 50 de aquella nueva Gran Bretaña que salió victoriosa de la segunda gran guerra. Así es como nos ha presentado Terence Davies su The deep blue sea en el Zinemaldia. Bajo un prisma teatral, dando unas cuantas curvas a gran velocidad y volviendo al cine por momentos, esa ha sido la política de su director. Si bien podía haber encarrilado una película muy al estilo de Albert Nobbs, esta no ha sido la opción de Davies que ha optado por cerrar en hora y media un retrato novelesco alrededor de los años 50 londinenses más propio de la literatura que del cine. Hago hincapié una vez más en la capacidad que tiene el cine para adaptar y mantener las formas del teatro o de la literatura mejor que nadie y no tener que recurrir al formato televisivo de telefilm. Aunque, repito, no es el caso de esta cinta británica. Por eso, ¿para qué teatro habiendo cine, Mr Davies?
Uno de sus principales errores llamémosle, ha sido jugar a ser un saltamontes y no dejar bien claro al espectador si íbamos a ver una obra de teatro (me lo ha parecido por momentos, sólo faltaba el cartel anunciador de "Acto III: de cómo ser la esposa de un juez a convertirse en una mujer infiel".¿Me entienden?. Además de tirar de interiores, de encerrarnos en habitaciones, salones, coches, vestíbulos...lo dicho, formas más propias de otro arte que del séptimo.
Nada que objetar respecto a la interpretación en general destacando claro a Rachel Weisz que no se le puede echar nada en cara aunque por momentos la sobreactuación ha tenido un gran peso en la cinta y es algo condenable a estas alturas, en un festival, en una cinta de este grosor. Puede parecer que es más una crítica negativa que positiva, para nada, creanme. Me quedo con el estilo, la pureza de sus personajes, la fotografía social y el empacho de té británico. Por debajo de lo esperado y esperando alguna propuesta más completa en cualquier caso la próxima ocasión.