Hace poco podíamos ver en el Zinemaldi la película, Blog, que hacía uso de recursos propios de
Internet (superponiendo diálogos del messenger sobre la imagen) para
conseguir nuevas formas narrativas. Lo que aquí consigue David
Fincher es justo lo contrario: usa los mecanismos narrativos para representar las formas de Internet. Para ellos
no necesita encadenarse a la pantalla del ordenador.
Ya desde la primera escena, con un simple
diálogo en una cafetería, está retratando a Internet. Rápidamente
observamos que las líneas de diálogo son cortísimas, y están
esclavizadas por uno marcados turnos para cada uno. Además, surgen
pequeñas conversaciones paralelas, que los dos interlocutores
manejan adecuadamente, salvo con algunas pequeñas confusiones
propias de la mezcla como ocurre en Internet. En esa simple conversación de pareja en una
cafetería -que por supuesto, también tiene la función de presentar
a los personajes- el director nos está presentando cuales son las
formas de comunicación y las actitudes que han propiciado la
creación de Facebook y que después se han nutrido también de él.
Costumbres hijas de la era digital, que es en definitiva, la
protagonista primordial de la película, por muchos minutos que
atesore el personaje de Mark Zuckerberg en pantalla.
La brillante banda sonora de Trent
Reznor y Atticus Ros, no sólo consigue elevar el ritmo y
las emociones de grandes escenas, sino que además, sirve -esto
también- para retratar la modernidad digital, que ahora hace un uso
de la música electrónica mucho más suave y menos grotesco. Esa
tecnología aceptada ya por la sociedad y que siendo artificial se ha
vuelto mucho más humana.
En cuanto al puro contenido
"histórico", nunca sabremos hasta que punto los hechos que nos
muestran en la película son más ciertos o menos, pero es una buena
señal que no haya un excesivo posicionamiento ético. Dos personas
pueden salir del cine con un juicio completamente distinto, algo que no
resiente para nada el desarrollo dramático, y eso evidencia una gran
precisión y sutileza. A nivel de detalles, creo que las peroratas
técnicas que se dejan caer son bastante serias, lo que siempre es de
agradecer.
Un excelente trabajo de los actores,
principalmente de un Jesse Eisenberg perfecto como distraído,
agil y a veces molesto pequeño genio. Mención aparte para Justin
Timberlake, pero sobre todo para la elección de casting, en un
personaje carismático que flirtea con las drogas y que a modo de
ironía metacinematográfica, llega a afirmar algo parecido a "todos
los que tenían un Grammy fueron contra mí". Otra mención para Armie Hammer, que interpreta a los dos gemelos, en uno de esos derroches técnicos ocultos a los que nos tiene acostumbrados Fincher.
El mayor problema de esta película es
que es tan esclava de su tiempo que es muy posible que en un futuro
no muy lejano pierda su sentido. Aunque, mirándolo de otro modo, eso
la hace más representativa del mundo de Facebook y lo efímero de
sus contenidos.