Con una excelente presentación de personajes, los caracteres sueltos y con facilidad en un espacio donde no se puede uno esconder y retratados en breves minutos. Rodeados de sentimientos que al final es todo cuanto tienen, mostrándose todos ellos sobre todo a través de Tuya, una excelente manera de seguir luchando en esta vida, fiel reflejo del amor y la necesidad que nos rodea en el mundo, en este occidente menos necesidad que amor.
El duelo que se presenta así, entre el deber y el amor, es un duelo genialmente retratado con las conversaciones e iras de una mujer que se siente llena pero no puede reventar, una mujer una vez más dejada en segundo lugar pero que merece obtener el primero, una historia que podría tener catanas y expresaría lo mismo, el triunfo de lo bueno, de lo especial, pero de esta manera, en ese desierto tan recóndito aún capta más espectación a lomos de planos fijos, incluso en los interiores, que se mueven por absoluta y mera necesidad, como los personajes.
Precisamente la heroína del film termina por enseñarnos a todos el valor de mantenerse fiel a uno mismo, aunque las condiciones sean abversas. Agarrándose a poco, como los minutos del metraje contanto mucho con muy poco. Ahora mismo recuerdo esa metáfora de la modernidad y el dinero próspero encallado en un coche en la cuneta del camino y Tuya alejándose porque no le interesan. A ella lo que le interesa es el amor a un hombre y la lucha con las normas que la separan de él, aunque en el esfuerzo de salvarlo precisamente consiga aparentemente alejarse más de él.
Una excelente película sobre el amor verdadero, el ser humano y sobre todo, la mujer, de antes y de ahora, librepensante en silencio, sabedora en susurros y maravillosa en paciencia y esperanza. Bravo