El neo-noir es tierra querida para nostálgicos y amantes de lo retro. Pensemos, rápidamente, por ejemplo, en Jack Nicholson a la Bogart, en Chinatown. En el quinteto de la muerte de L. A. Confidencial (Spacey, Pearce, Crowe, De Vito, Basinger). La moda retro en el cine tiene, en estas películas, su particular gran pasarela.
Esta tendencia nostálgica puede llegar a un extremo desconocido con Hollywoodland, que conjuga esa naturaleza de neo-noir ambientado en tiempos de noir clásico, con una trama centrada en un personaje real, actor queridísimo por un gran público que apenas conoce su nombre (George Reeves) y sí, en cambio, el de su personaje televisivo estrella: Superman.
Así las cosas, conjugando ambos elementos, a los responsables de esta película se les puede ir el invento de las manos, si se dejan llevar por esa nostalgia autocomplaciente (retrocomplaciente). Pero si, en cambio, ese condimento se convierte tan solo en el motor de la trama, en el hilo que mueve a los personajes y en, por qué no, distintivo estilístico, pero siempre supeditado a todos ellos, entonces sí, podríamos estar ante un título notable.
Veremos. Y verán, antes, en Venecia, donde Hollywoodland competirá en la Sección Oficial. A ver qué tal da el tipo el amigo Adrien Brody como detective de toda la vida. De todo el cine. Y de toda la literatura negra.