Cellular. Destino Final 2. Ese es el riquísimo currículum que nos presenta el tal David R. Ellis, director de esta peliculilla que se precritica sola con su título: Serpientes en el avión. Pues muy bien. Si ya el género de catástrofes aéreas es poco brillante por costumbre, aquí es definitivamente estúpido e insultantemente chorra. Con un argumentazo como ese sólo me permitiría ver la película si me la dirigiese una mala bestia como Tarantino, o similar. Quizás alguno así podría sacarle algo.
No tengo mucho más análisis que desarrollar, así que ampliaré mi sorna sobre esta peliculilla recordando un ridículo episodio ocurrido durante el rodaje. El equipo de markéting, digo yo, distribuyó la noticia de que el pánico se había apoderado del equipo de producción cuando una serpiente real y no amaestrada y tal y cual se coló en el set de rodaje, con todo el peligro que eso acarrea y ciento y tiento. Dicen, dijeron, que menos mal que llegó la policía de la zona a rescatar a los pobres sufridores (ya ves, ¿cuántos conforman el rodaje de una peli como esta, ciento y cuantos?, contra una mierda de lombriz gorda)... hasta que, claro, a algún periodista avispadillo se le ocurrió llamar, efectivamente, a la comisaría y preguntar por el hecho y fue informado, fíjate qué curioso, que ellos no habían ido a ningún lado, que no había llamada de socorro, ni visita, ni serpiente, ni nada.
Dicen que no importa que hablen mal o bien de uno, que lo importante es, simplemente, que hablen. Quizás. Pero hay ejemplos y ejemplos. Y este es el de un equipo de markéting haciendo un ratito el ridículo.