Llegan sin avisar, sin hacer ruido, se cuelan en nuestras carteleras y consiguen hacerse un hueco, porque los más arriesgados, aquellos que se dejan llevar por carátulas y por los nombres exóticos, las ven y las recomiendan. Yo animo a que todos la veamos, aunque sea sólo para saber si merecía la pena verla. Ha recibido su premio en Venecia, algo que no me provoca el más mínimo interés, pues Venecia es Venecia, y ya sabemos lo que tragan en ese festival. Seguramente es una película de las que se califican de bonitas y profunda. Puede ser un tostón, pero si no la vemos no lo sabremos, porque desgraciadamente no hay mucha información, porque esto no vende.
Pienso que de lo malo muy malo, podemos aburrirnos un poco, pero por lo menos salimos de la rutina, de lo que ya nos sabemos de memoria. Quizá no haya una mano poderosa detrás de la película, pero seguro que ha puesto su cariño y toda su sensibilidad (estos rusos son muy suyos), a veces es mejor un desconocido con ganas que un Tim Burton sin mucho interés (que ya es mucho, véase mis 5 estrellas a “Big Fish”).
Y hablar más de una película de la que se sabe tan poco sería tontería. Ya veremos la postcrítica si no me la quitan de la cartelera al mirar a otro lado.