No esperaba más pero tampoco menos. La verdad es que me ha sorprendido bastante. Es un film sencillo y una historia tierna y agradable. Para una tarde de domingo con o sin compañía es una buena elección. La protagonista Audrey Tautou (Largo domingo de noviazgo) en quien confiaba para sacar adelante la historia no me ha defraudado. Eso sí, no podrá quitarse el peso de Amelie si sigue haciendo personajes tan parecidos. Ella es Camille, la típica chica parisina, joven, guapa, solitaria y ensimismada en su mundo. Y desde luego es ella quien tira del carro durante todo momento. Desde luego porque ella es el punto de encuentro de todos los personajes y porque la historia la necesita. Por su parte, el secundario Guillaume Canet (Feliz navidad) aprueba pero algo flojo. Me gusta su actitud dentro de la historia pero todavía es una cara bonita. Laurent Stocker me ha gustado más. A pesar de no ser muy conocido su papel es más que importante en la historia. Es necesario. Chico de familia, fino, educado, solitario y con problemas de tartamudez. Es gracioso por momentos y tierno siempre. Su interpretación la valoro positivamente. Los compañeros de fatiga de Camille, vacíos por distintos motivos encuentran en ella la razón de un cambio de rumbo en sus vidas. Y viceversa.
Uno se da cuenta que la historia transcurre principalmente en la ciudad de París pero que apenas vemos sus calles. Un piso y los que conviven en él. Para qué más. Me gusta este detalle.
Y como ya se veía venir el romanticismo florece por todas las esquinas del film. El amor, la amistad y otros valores aparecen inconscientemente. Y por eso sobrevive la película. Pero no mucho más.