Lo que no se le puede negar a Migel
Angel Vivas, es que le ha puesto muchas ganas. Se ha molestado en
no hacerlo fácil. Rueda con largos planos secuencia de complejidad
técnica (llegando a orquestar dos planos en paralelo que terminan
uniéndose). Juega con el impacto de sonido, con la pantalla partida.
Rueda con ganas, y eso siempre se agradece.
Quizá no rebose talento por los cuatro
costados, ni ofrezca unas imágenes demasiado sugerentes. Puede que
algún actor no esté tan bien como otros, pero en general, Vivas
realiza una película con una factura más que correcta. Aunque
también es cierto que no consigue elevar la tensión.
Lo peor lo encontramos en el guión, un
refrito algo trillado de películas como Funny Games, La
habitación del pánico o Irreversible (entre otras). No
es nada nuevo y no aporta demasiado. El desarrollo se vuelve, por
tanto, algo aburrido. Aunque hay que decir a su favor, que españoliza
inteligentemente un género americano. Como ya ocurría con Celda
211, por mucho que se trate de un thriller de género, es
perfectamente creíble aplicada a los parámetros de nuestro país.
No es simplemente una importación (como se ha hecho durante un tiempo
en nuestro cine).
Con esas ganas, no quiero perderme su
próximo trabajo.