La última novela de Harry Potter es
una anomalía en la saga. Ni Hogwarts, ni profesores, ni las
habituales subtramas a las que nos tiene acostumbrados la Rowling.
Ya no hay tiempo para eso, es la recta final, hay que aguantar la
respiración y permitirle que se centre en lo primordial, la batalla
final contra los mortífagos. Se puede dejar ya la portería vacía
en esta última jugada. El problema viene cuando la decisión de
partir esta historia en dos películas provoca que esta no sea "la
última jugada".
Debería funcionar como climax final,
al igual que la anterior entrega debería funcionar como preludio a
este. El convertir esta película en la penúltima rompe ambos
conceptos. Por eso, y aunque la película tiene un comienzo
portentoso, se diluye un poco hacia el final (o hacia la mitad de la
historia si se quiere).
Y como digo, el comienzo me parece
absolutamente excelente. La desesperanza de ese montaje paralelo, con
los Dursley saliendo de casa, con el descorazonador Obliviate que
lanza Hermione a sus padres. Y por supuesto, la esperada huída de
los múltiples Harrys. Todo eso está muy bien, así como algunos
hitos que vamos viendo a lo largo de la película, como el
enfrentamiento cara a cara con Dolores Umbridge, la duda en los ojos
de Draco al mirar a su antagonista. Y en general, el ambiente
asfixiantemente oscuro y pesimista que te atenaza a la butaca.
Esa misma asfixia deja una sensación
muy cortante cuando la película acaba de golpe, sin ni siquiera un
falso final propio de este tipo de divisiones. En cuanto al timing,
es cierto que se ha perdido ese punto apresurado que tenían todas
las otras entregas, y que se ha podido entrar más en el detalle,
pero creo que el ritmo de la película se resiente un poco. Quizá el
punto exacto se encuentra a medias, en una película completa de algo
más de tres horas (como en El señor de los anillos). En todo
caso, seguramente el capítulo final será apoteósico.
Algo que no me termina de convencer de
esta historia final, un problema que ya encontraba en la novela, es
su formato de "aventura gráfica". Ir consiguiendo objetos de
forma algo mecánica.
En cuanto al apartado técnico,
definitivamente echo de menos la fotografía ambigua de las dos
anteriores películas, aquí es mucho más funcional. La banda sonora
ha mejorado con Alexandre Desplat, pero tampoco al nivel que
esperaba de él. David Yates ha eliminado las pequeñas
osadías que dejó escapar en la sexta película y se ha mostrado
eficiente pero algo más gris, quizá por la oscuridad requerida.
En definitiva, algo menor que las dos
anteriores entregas. Esperando ya la conclusión definitiva.