Bienvenido por siempre, Bernardo. El regreso del italiano casi una década después generaba cierta expectación y lo primero que puedo decir al respecto es decir que la cinta rebosa salud, muy buenas vibraciones, ganas de vivir, un cortejo a la elegancia y un homenaje a su propio cine. Volvemos a disfrutar de la luz natural, de la que no lo es, volvemos a encerrarnos entre las cuatro paredes y querer salir para seguir soñando, a bailar y cantar como si fuera el último tango, salir y entrar de un portal que tantos recuerdos no trae a muchos, jugando a ser niños con problemas de mayores y aguantando los golpes de esta sociedad terrible que destruye sin previo aviso. Volvemos a la estética comunista en un sofá en el que todos dormiríamos, charlaríamos, volveríamos a nacer.
Bienvenido por siempre, Bernardo. Por hacer de la historia de una novela un cuento y convertirla en cine. Por volver a hacer de lo sencillo una necesidad, a enseñar carne, a escuchar en italiano tu último trabajo porque ya muchos te criticaban. Porque aunque estes sentado en una silla te he visto brincar, ir de un lado a otro, enseñar a esta fantástica a disfrutar, improvisar una interpretación.
Probablemente un trabajo menor, todos lo sabemos. Pero tenerle entre nosotros es la mejor noticia. Volver a proyectar los fotogramas de este inmortal italiano continúa siendo una alegría y una excusa para seguir luchando, liberarse de las cadenas y luego ser barrido. Y volver a intentarlo. Vuelve Bernardo Bertolucci, vuelve Italia. Salud, salud y salud por muchos años. Desde lo más alto de un olmo, grazie.