Crítica de la película Sangre de mayo por Iñaki Ortiz

José Luis Garci sigue siendo uno de los mejores directores españoles, y cada estreno suyo es un motivo de alegría. Si eliminamos todo el ruido mediático que más para mal que para bien suele caer sobre su persona, lo que nos queda es un gran cineasta ajeno a las modas con un bagaje cinematográfico descomunal y con una sensibilidad especial. Lo que no podemos esperar de Garci, está claro, es innovación. Ni falta que hace. Cada uno a lo suyo.

Sus dos anteriores títulos no han sido ejemplo de su mejor cine. De Ninette sobraba esa segunda mitad adaptada de la secuela de la obra de teatro. En cuanto a Luz de domingo, aunque era interesante y tenía buenos momentos, fallaba considerablemente en la elección de sus intérpretes más jóvenes. Confío en que este error quede subsanado ya que en esta ocasión, además de mantener la calidad en los intérpretes veteranos, como puede ser el caso de Fernando Guillén y Carlos Larrañaga, cuenta también con buenos ejemplos jóvenes. Su protagonista, Quim Gutiérrez que se dio a conocer esencialmente con Azuloscurocasinegro, es un profesional perfectamente eficaz que conseguirá lucir los afinados diálgos de Garci y su guionista habitual, Horacio Valcárcel. Otro buen ejemplo es la conocida Lucía Jiménez.

Mientras sus dos títulos anteriores tenían un regusto a trabajos de transición, más a modo de descanso, en este caso afronta un proyecto de gran presupuesto y envergadura en el que creo que invertirá todo su talento, su esfuerzo. Su sangre. Además, podremos ver una faceta épica a la que no nos tiene acostumbrado.

Para los amantes de su cine y para quien lo odian sin conocerlo.