Crítica de la película Shutter Island por Hypnos

Scorsese en plan catedrático


4/5
26/02/2010

Crítica de Shutter Island
por Hypnos



Carátula de la película Hace relativamente poco escribí una pretenciosa precrítica en la que puse de manifiesto por qué me gusta ser precrítico. Complementando lo anterior, también me gusta ser precrítico para poder danzar alrededor de hogueras tan encendidas como la de Shutter Island y, claro está, escupir gasolina en ella. He de reconocer que las disputas y los encendidos debates me suponen un derroche de energía muy importante.

Tampoco crea el atento lector que vengo a incendiar mucho más este fuego, sino a matizar mi posición y encajarla allí donde el buen entendimiento tienda a bien posarla.

Había leído a novela de Lehane antes de ver la película. Algo que me situaba en una posición muy diferente al resto de mis compañeros. He dicho diferente, no ni mejor ni peor. Mis temores residían en lo artificioso de la trama. No estamos en Mystic River, donde el juego de casualidades podía suponer una economía narrativa, sino en algo que afectaba al corazón de la trama.

Esta posición me ha permitido fijarme en el trabajo de adaptación del film y en el juego de pistas que Scorsese ha ido dejando durante toda la película. Porque, no nos engañemos, el punto de partida de la acción es sumamente difícil de aceptar, funciona a modo de acto de fe. De hecho, tan es así, que el guionista se ve obligado a querer darle una justificación en boca de Ben Kingsley cuando dice que Teddy funciona como una cinta, que vuelve a empezar de cero. De alguna manera hay que explicar que Teddy esté montado en el ferry y no se acuerde de absolutamente nada. Claro que el juego, el ardid, el engaño no aguanta el menor embate, ya que en la escena final, cuando Teddy vuelve a empezar, lo hace, evidentemente, reconociendo a su compañero Chuck, no es un reseteo total.

Es el problema endémico con el que se enfrenta y, por ende, la película. Scorsese decide, con acierto, coger el toro por los cuernos y nos hace una presentación, en el ferry, totalmente fantasmagórica, adentrándonos en la mente de Teddy, como el inicio de Rebecca, casi.

Scorsese consigue salvar el tipo hasta llegar a un final, irremediable, pero que no funciona a modo de vuelta de tuerca copernicana.He aquí la diferencia entre una buena adaptación que sabe acolchar los defectos del original, en comparación con una mala y poco talentosa como la que nos brindó Nolan con El truco final y su lamentable escena de explicación, eso sí, miméticamente llevada del folio al fotograma.

Con sus logros y pegas, como digo, Scorsese lo ha hecho bien, aun a pesar de enfrentarse a una escena tan peligrosa como la de la cueva, con Rachel Solando, mejor dicho, con un fantasma. Y es que Scorsese durante toda la película nos marca claramente la diferencia entre la realidad y la paranoya, menos en dicha escena, clave para la trama, pero tramposa como pocas. Scorsese la debe rodar como si de realidad se tratase, y eso que se esfuerza en darle el toque de las llamas en frente a frente, imagino que, quizá, enunciado la teoría del cuatro, trayendo a Dolores de la mente de Teddy, desde el fuego.

Por lo que respecta al guión, y para no alargarme en exceso, he de reseñar que la frase final de Teddy no está en la novela, el transfondo que le han querido dar de personaje de Jack Nicholson en Alguien voló sobre el nido del cuco, es interesante.

Lamento disentir de mis compañeros en lo que se refiere al uso de la música por parte de Scorsese, a veces barrocamente, a veces como si de una película de serie B se tratase como, por ejemplo, en la llegada al psiquiátrico. La labor de Scorsese es magnífica a nivel técnico, muchas son las referencias a Hitchcock, pero acaba teniendo un resultado ciertamente impostado. Esta película es mucho mejor que El cabo del miedo, pero en aquélla Scorsese es mucho más reconocible que en ésta. Claro que las comparaciones son odiosas, y ésta se queda a cierta distancia de El resplandor de Kubrick. Digamos, que me quedo tras ver esta película como quien ha asistido a una masterclass, a una manera de explicar cómo se hace cine, pero sin haber conseguido conmoverme, ni asustado. Me ha masajeado el cerebro, pero no ha rozado siquiera mi espíritu.

Es una pena que, por ejemplo, la revelación en el lago sobre el pasado del personaje principal no tenga la belleza turbadora y absolutamente brutal de la novela. Digamos que sólo se queda en la belleza, como en todas las partes oníricas, eso sí, perfectamente ejecutadas, pero carentes de mucho más alma.

Con todo, una película muy interesante, aunque entiendo perfectamente y, en cierta medida, comparto el uno de mi compañero Beiger.




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