Crítica de la película Scott Pilgrim contra el mundo por William Munny

Después de ver la película lo que ves muy claramente es que no te ha gustado, pero que eso no tiene nada que ver con su capacidad, orginalidad y calidad de propuesta. Bien es cierto, que no es redonda, y ni siquiera la historia atraparía a un mono infeliz, con todos los respetos, pero su estratagema para ir superando exnovios y su búsqueda de mostrar otra cosa a los nuevos seguidores ya no tan adolescentes, aunando el cómic que hay detrás bien llevado a la gran pantalla, no pueden dejar en la cuneta a una película que es mucho más que algo que no te interesa demasiado.

La persistencia y ritmo de sus batallas, la banda sonora puntiaguda, su personaje perfecto y secundarios pésimos, la caída del mito del amor por que sí y la llegada del mito del amor propio, son aislados conceptos en los que un director y guionista han creído hasta el último y redundante minuto. Sus faroles graciosos, sus guiños distorsionados y sus capacidad indie, de la cual me alejo pero no suelto, la envuelven en un aire de autosuficiencia que no bebe más de que de su nacimiento, el ya nombrado cómic en el que se inspira.

El caballo de batalla es si hay que verla o no. Verla no va a hacerte un primo o dejarte en la absoluta decepción, porque estarás viendo, probablemente, la galería de arte de un amigo que no te interesa pero que notas, claramente que está bien hecha, que entre los suyos es buena, pero poco más. Valoro su ser con mi nota pero no tanto su utilidad. No será recordada en listas sino en curiosidades de mérito.