La dirección sencilla pero efectiva, la ambientación con raritos en los barrios tranquilos de clase media americanos, la banda sonora de pop folk suavecito, el ritmo y la temática… todo eso es lo de siempre. Es cine independiente comercial como ya hemos visto mucho. Thumbsucker, La camarera o Teeth son ejemplos de la moda imperante. En todos estos sentidos se adscribe milimétricamente al género y ni destaca ni fracasa en ningún momento. Sólo puedo pensar en la palabra “correcto”, y no vale la pena comentar más algo de lo que ya hemos hablado tanto.
Está claro que lo que puede resultar nuevo, lo que le da la chispa a esta película que la hace mejor que muchas otras es su guión. No tanto a nivel argumental, pues trata temas habituales y su hilo argumental no es precisamente sorprendente. No, la baza principal con la que juega el film está en sus diálogos, y en la composición de sus personajes. Un lenguaje descarado, con todo el cinismo y la aparente superficialidad de la juventud actual, que no es forzado sino que parece casi necesario, una frescura en cada palabra que te acerca al fondo de los personajes, la naturalidad de cada comentario es lo que le hace ganar con mucha ventaja a cualquiera de las que he nombrado. Una mirada satírica, además, al tópico concepto de institutos y animadoras, con un punto de vista casi europeo, o dicho de otro modo: más sensato.
Todo esto representado al máximo en el personaje de Juno, interpretado con muchísimo carisma y con mucha gracia por una desenvuelta Ellen Page que, eso sí, en algún momento se excede un poquitín. Está claro que es una de las principales responsables del éxito de esta película, ella, y la persona de la que sin duda es alter ego, la particular guionista Diablo Cody.
La clave de elegir personajes extraños es ser capaz de darles un trasfondo que pueda llegar al público. Aquí no son, en realidad, tan absolutamente peculiares; son más bien ese tipo de rarezas que todos nos encontramos a nuestro alrededor, y a veces en nosotros mismos. Se consiguen momentos verdaderamente entrañables que hacen alternar nuestra sonrisa ácida en la sonrisa más tierna. Un contraste agridulce que está muy conseguido. Un buen trabajo dentro de un género bastante agotado.