Sorprendentemente, poco a poco, la película se ha ganado mi complicidad, y aunque no disculpo muchas ligerezas del guión, montado a propósito y a veces sin demasiada imaginación, consigue que me meta en el mundillo ese seductor del club de lectura hasta soportarlo sin enfadarme, simplemente como un oyente sin ganas.
De relaciones trilladas y exageradas, la fuerza del film es precisamente la variedad de las personalidades que no permiten el cansancio con alguno de los personajes, si a caso con todos, dando ritmo, demasiada palabrería, algo de curiosidad en los comentarios sobre las novelas de Jane Austen, y un cierto olorcillo a historia cruzada de siempre entorno a la felicidad del amor. Si acaso, lo que salva el film es ese juego de personajes de libro reflejados en la pantalla, hablando sobre sí mismos.
De recursos más bien débiles a la hora de crear excusas para los cruces de sensaciones de los personajes, sólo ha conseguido que la mire con cautela pero sin rechazo, seguramente porque calla poco y al menos me tiene inemerso en los sucesos. A parte de esto, con una fuerza visual sencilla, sin espabilados cambios de luz, ni maravillas de cámara sedienta, es una película para ver y no sentirse engañado, tenía toda la pinta y es cuanto parece.