Con Bienvenido a casa y La bicicleta de Fernando ya se puede ver, en el plazo corto de las intervenciones del escritor en cine, que maneja el proceso, maneja la escritura, clasifica con su guión y hasta a veces puede ser tajante como con Soldados de Salamina. Estamos por tanto ante alguien que debiera de ser capaz de hacer cine con garantías, aunque no sea su primera necesidad artística, porque dominando la palabra siempre acabas formando parte de los títulos menores.
En su filmografía demasiado alegre, recordando también La buena vida y Obra maestra, parece que arremete que con este nuevo intento pasando a un nuevo tono muscular, más teatralizado, más gigante en la palabra, menos rocambolesco, quizás más literato, en un ejercicio inter-generacional donde se nutre de dos actores de renombre para cubrir ambos puestos, José Sacristán (La vaquilla) y María Valverde (3 metros sobre el cielo).
El enfrentamiento entre ambos, sus voces encadenadas a buenas frases, el encierro, la obligación de viajar y llegar a algo, un mensaje al espectador que se deja llevar, parecía ejercicio de otros, bien países o directores. En esta ocasión, con el sabor del cine nacional, se nos muestra este ensayo especial con ganas de dejarnos un aplauso en las manos.
De acuerdo, el peligro es el peligro, hacerse el cañalla engañándonos a todos, puede ser, pero también puede ser que los posos de aquel 1987, puedan aderezar el guión ya de por sí vamos a decir curioso, logrando un film propio, inteligente y sano artísticamente. Puede que sea un buen hallazgo, de esos del cine español tan criticado.