Crítica de la película Fantasmas de Goya por Romulo

Se va diluyendo


3/5
26/11/2006

Crítica de Fantasmas de Goya
por Romulo



Carátula de la película Me gusta la primera parte de Los fantasmas de Goya. Porque Milos Forman sabe por dónde quiere ir, desde dónde y, sobre todo, hacia dónde. Y lo hace con un ritmo tranquilo pero muy centrado. Quizás le falte un poquito de potencia, de brío, de brillo, de fuerza, en algunas de sus secuencias, pero en compensación, en ningún momento decae, en esta primera parte. (Hablo, por supuesto, hasta que el intertítulo de "15 años después" aparece en pantalla.)

Curiosamente, encuentro un tanto floja la caracterización de Javier Bardem en esos primeros minutos; por un lado le veo caricaturizando demasiado su personaje y, por otro, demuestra que no es un doblador. Es un actor fuera de serie, pero no es un doblador y esa labor debería dejársela a los profesionales.

Este fragmento de película se ve potenciado por su dilatado crescendo, que arranca con la fabulosa escena en que someten a cuestión al padre Lorenzo. Me gusta la tensión creciente de la conversación y el punto de enfermizo absurdo al que sus personajes lo llevan. Y me gusta la elegancia con que Forman decide resolverlo. Y, desde luego, las escenas de Bardem con Natalie Portman en el calabozo son breves pero poderosas.

Por último, Goya es importante en estos minutos. Forman lo quiere como un segundo plano vital, un bastón cuya materia y resistencia son realmente importantes. Y Stellan Skarsgard afronta con aplomo y solidez sus minutos.

Lástima que todo esto vaya diluyéndose luego, poco a poco. Pasan quince años y el ritmo tranquilo pero muy centrado de la película se acelera y desacompasa. La voz en off de Goya nos introduce torpemente en el nuevo panorama y, de ahí en adelante, no sabemos a qué juega Forman: ¿qué le interesa?, ¿qué nos quiere contar?, ¿es Inés el personaje que le importa?, ¿lo es su hija o sólo es otro "apoyo" como lo es Goya?, ¿o va a ser Lorenzo, al final, quien al director y guionistas les interesa?

Porque Goya, desde luego, no. En toda la segunda parte de la película Goya podría, directamente, ni estar en la película. Y desde luego Lorenzo es el personaje capital, aunque quizás por justificar con vueltas y más vueltas la presencia de Goya, Forman vagabundea de aquí para allá pegando bandazos de personaje en personaje, sin acertar a conectar con un espectador que disfruta, únicamente, cuando alguna que otra escena va manteniendo su interés por su propia calidad independiente. Ahí están la salida de Inés del calabozo (a pesar de la muy desacertada banda sonora, como ya indicaba mi compañero Hypnos en su crítica) o la visita al manicomio.

Natalie Portman, por cierto, acaba por erigirse en la gran tirunfadora de un elenco actoral en el que Bardem mejora sustancialmente, en esta segunda parte de película. Va creciendo, va ganando en veracidad, hasta realmente impresionar en la secuencia de su muerte. Pero me sentí realmente más impresionado con algunos de los brutales momentos que protagoniza la Portman.

En definitiva, Forman pierde el rumbo y es una lástima porque iba por muy buen camino. Aún así, Los fantasmas de Goya está muy lejos de ser ese despropósito que muchos quieren ver (no entiendo la saña con que se está atacando a esta película), es más, es una película muy interesante.

Y un aplauso por su trabajo de documentación y respeto por todas las cuestiones artísticas. Perfecto.





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